
Carmen Polo Gutiérrez
ADMIRANDO A UN AMIGO
Tengo la suerte de compartir amistad con una familia admirable. Nunca he escrito un artículo de admiración, pero hoy me dispongo a hacerlo y, aunque con miedo, también con orgullo por poder dedicar unas palabras a un amigo y su familia.
Nonayo y la familia Hernández debieran ser un ejemplo a seguir en la vida de quienes buscan la superación a nivel personal y la unión familiar.
En primer lugar, Nonayo, un niño que se propone como objetivo en su vida ser máxima figura del toreo a caballo y se centra sólo en eso, madura rodeado de caballos, carretones, banderillas, rejones… Y cuando su proyecto cobra luz propia, cuando no brilla a la sombra de su padre aunque sí gracias al “empujón” dado por este, cuando todo apunta buenas maneras, cuando va a empezar a recoger los primeros frutos de su ilusión, de su entrega diaria, de su buen hacer…, en ese inoportuno momento, un accidente con un rejón acaba con la visión del ojo derecho de nuestro amigo. La noticia recibida esa calurosa tarde de verano (07-08-07) cayó como un jarro de agua fría en nuestros corazones. Qué ilusa yo al pensar que ese avión que despegaba había sido tocado de un ala y que perdería altura hasta el aterrizaje. Para sorpresa mía y de muchos, a apenas dos semanas me comenta María, su hermana, que está toreando algunas becerras en el campo y quizás reaparezca en Ronda a tan sólo un mes del accidente. Mucho más lejos de aterrizar, cortar la temporada y venirse abajo, este crack a caballo cogió el toro por los cuernos y le echó mucha entereza, madurez, valor, esfuerzo, y tiró del carro de su familia y amigos quitándole hierro al asunto, quedando el accidente en una pequeña turbulencia en el despegue de una gran trayectoria profesional. Eso es de admirar, al igual que su vuelta en un mes a los ruedos y volver a triunfar como si no hubiera pasado nada. Esto, aunque ya es solo parte del pasado, me llena de admiración. En el ruedo derrocha unas cualidades extraordinarias, realiza el rejoneo puro y mantiene siempre la compostura, hasta cuando a su lado otros la sintieron perder. Y en mi opinión, lo mejor está por llegar, porque afición tiene por doquier y con este hábito de superación estoy segura de que vendrán muchas temporadas extraordinarias, aun mejores de las que lleva.
Respecto a la familia Hernández, en mi opinión, también son de admirar, además de por ser grandes profesionales en el mundo del caballo, por llevar por bandera los pilares básicos de una familia unida como son: la lealtad, la confianza, el respeto, la admiración, el amor y el apoyo entre sus integrantes.
Más que una trayectoria profesional y lo que conlleva, esto es un estilo de vida a seguir.
Aprovecho desde aquí para desearle mucha suerte a Nonayo en esta temporada y mandarle un besazo enorme a María y Nicolás. Gracias por ser como sois, porque en mi día a día sois un ejemplo a seguir y simplemente por que os adoro, no cambiéis nunca.
