HERNANDEZ APUNTA A LA ELITE

DE MADRID POCO MAS QUE DECIR ESTA CRONICA LO DICE CASI TODO FELICIDADES

Íñigo Crespo

HERNÁNDEZ APUNTA A LA ÉLITE

Me lo pide el cuerpo pero va a ser que no. Quisiera decirle al señor presidente lo que pienso de su inexplicable actitud de hoy negándole una puerta grande legítima a Leonardo Hernández. Un muchacho de 21 años, sobrado de afición. Con capacidad para ser élite en esto del rejoneo y con raza como para hacer una docena de toreros a caballos. Un joven que la pasada temporada perdió la visión completa de su ojo derecho, por un percance. Un torero que esta tarde en Madrid ha firmado dos faenas compactas, sinceras, de mucho ritmo, muy toreras, muy capaces.

Pero va a ser que no. Me niego a perder el tiempo diciéndole al señor presidente lo que pienso de él y de su gremio. Lo que pienso de sus actitudes chulescas. De su no porque no. De que se suban a un palco sin tener ni afición, ni sensibilidad, ni flexibilidad. De decirles que cada día estoy más convencido que son tan pésimos aficionados que hacen pulsos entre ellos para ver quien niega más triunfos. De que es una sinrazón su razón. Qué el reglamento dice que la primera oreja es del público pedida de forma mayoritaria por el método tradicional, o sea pañuelos. Y hoy en Las Ventas, con pañuelos, se ha pedido de forma abrumadora una oreja para Leonardo Hernández. Una oreja la de su primero que le hubiera abierto la Puerta Grande de Madrid. Esa que usted, señor presidente, jamás podrá pasar a hombros. Jamás.

Y seguirá siendo que no. Va a ser que no que me termine calentando y diga que usted que será un buen policía donde tiene que estar es cogiendo chorizos y atajando a los asaltadores que interrumpen espectáculos taurinos ante la impunidad de todos los de su gremio. Y no jodiendo los esfuerzos bien ganados de hoy Leonardo Hernández a manos de un tal César Gómez. Y el año pasado El Juli a manos del tal Julio Martínez que aún no se le ha caído la cara de vergüenza de negar lo que negó. Y hace dos temporadas al mismo Juli a manos de un tal Trinidad. A cual peor. Dimitan todos de una vez.

Y es que Leonardo Hernández frente a su primero, un toro descastado y de poco fuelle como la mayor parte de la corrida de Tassara, ha cuajado una labor sentida y reunida. Bien fijada de salida. Y con un tercio de banderillas a lomos del castaño Quieto de mucho ajuste, toreando por delante, ganando la cara. Una primera farpa, vistosa con una pirueta. Una segunda a media distancia, batiendo en la misma cara con precisión. Y una tercera extraordinaria, citando en corto, tocando oportuno, con sutil reunión. Todo ligado, con ritmo, con clase y ambición. Y con el acierto grande de medir el fondo del animal, administrar sus tiempos y manejarlo con exquisitez, si un solo tirón. Sobre Charope colocó cortas en un palmo y mató de un pinchazo y un rejonazo. La oreja se pidió de forma abrumadora. Dos vueltas al ruedo clamorosas fue el premio.

Donde la cortó fue frente al octavo, el mejor de la corrida. Un toro que este sí tuvo clase, nobleza, recorrido, fijeza. El gas muy justo, pero suficiente. Leonardo Hernández con mucha definición le templó una faena de nota. Tremenda la actuación a lomos de Amatista con el que puso en pie a Las Ventas en sus interminables y profundos galopes de costado. Por dos veces, llevando la embestida encelada a la grupa, recorrió el anillo a ritmo de compás. Suma facilidad, torería, sabor. Ligado todo, esmerado. Las farpas de absoluta seguridad, exponiendo de frente, dando los pechos. Gran faena. Dos cortas y un certero rejonazo sobre Charope. No cayó el toro. Se atascó el descabello. De lo contrario, Puerta Grande. Se rozó la gloria.

Y aunque me pide el cuerpo hablar y no parar del palco de Las Ventas, no lo voy hacer. Allá ellos con su conciencia. Allá ellos con sus arbitrarias decisiones. Allá ellos con su egocentrismo, de seres superiores al común de los mortales. Allá ellos que son los que hacen el ridículo aunque sea a base de pisotear las ilusiones de quien tiene todo por conseguir. Como hoy, Leonardo Hernández. Un Leonardo Hernández, que apunta a la élite.